Si alguien elige deliberadamente leer el capítulo 131, a continuación leer el 58 y no volver nunca jamás (nunca jamás) al 131, ¿acaba realmente (realmente) de leer Rayuela alguna vez? Prescindiendo (‘’el lector prescindirá sin remordimientos…’’) de una segunda lectura del 131, ¿se prescinde también de la posible decepción de un final desastroso? ¿O se renuncia quizá a un instante sublime (quizá Cortázar lo preparó todo para que, cuando acabáramos de leer por segunda vez ese capítulo, empezáramos a levitar)? …Si uno lee la Ilíada después de la Rayuela, ¿se muere?... ¿Cómo volver a leer un libro ‘ordenadamente’ sin echar de menos (aunque mucho me temo que sólo en los primeros capítulos) 73-1-2-116-3-84-4-71-5-81-74-6-7…?
En cualquier caso…
-Sí- dijo la Maga sonriendo homéricamente entre lágrimas-. Es casi heroico, cierto.
25 de agosto de 2011