domingo, 30 de enero de 2011


[…]Y no era tampoco que le molestase la llovizna, sino el tener que abrir el paraguas. ¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro de su funda! Un paraguas cerrado es tan elegante como feo un paraguas abierto.
‘’Es una desgracia eso de tener que servirse uno de las cosas –pensó Augusto-; tener que usarlas. El uso estropea y hasta destruye toda belleza. La función más noble de los objetos es la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de comida! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien se ensanche, a contemplar a Di*s y todas las cosas en Él. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servirnos de Di*s; pretendemos abrirlo, como a un paraguas, para que nos proteja de toda suerte de males. ’’

Miguel de Unamuno, Niebla



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Expectamus Dominum
...Parece que los muertos, desde que pasaron a serlo, comienzan a hablar latín y toman ensalada de ciprés.

Ramón Gómez de la Serna

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