Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su
delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como
yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la
gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para
escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Julio Cortázar, Rayuela
Nunca
te fíes de esa gente
que
ha prescindido alguna vezde puntos finales y espíritus ásperos
Ni de los que acotan oraciones subordinadas
con el traidor trazo curvo del paréntesis,
denigrando descaradamente la rectitud altanera del corchete,
intolerante a las pasiones de cualquier línea
que aspire a ser circunferencia.
Tampoco de esos que compran libros de autoayuda
para ejercitar la intacta humildad de su autoego.
No te fíes de los amigos que,
delante de ti y con frecuencia hiriente,
nombran mejor amigo a alguien
que no eres tú,
tú que guardas con lícito rencor
el deseo de entrar en la sala vip de sus afectos.
Ni agradezcas a esos que te ceden el puesto
en la cola de la caja cinco de Mercadona
cuando ven que sólo llevas un cartón de leche y macarrones,
porque algún día te harán pagar ese tiempo ganado
con alguna otra cosa más valiosa que el altivo y propio Tiempo.
Tampoco
confíes en las personas
que
saben andar perfectamente con tacones,ni en las que estudian para un examen
con tres semanas de antelación,
ni en las que piensan que únicamente la noche
es el foco de todas las pasiones.
Y por último y más importante,
jamás te fíes de esos engendros excluyentes
que hacen listas de personas prescindibles
porque son los mismos
que lucen la perfección de sus líneas
sobre un folio en blanco
y son los mismos que
necesitan el amor de alguien
que comete la osadía
de marcar una subordinada
con un despreciable paréntesis.
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