Hay entes que me impiden leer las Geórgicas: esto, la siesta, otras cosas que tengo que leer muchas,
el teatro los miércoles, ay, y lo de después del teatro que, no sé por qué razón, siempre se alarga mucho; los lápices que nunca tienen punta, el idilio ese de Teócrito - esto, además de leerlo, tengo que pensarlo-, la gente que toca música y escribe cosas y saca un disco y lo cuelga en deezer
para que yo lo escuche, la cena que estuve preparando el otro día durante algunas horas porque tenía patatas y no sabía qué hacer con ellas, los viernes porque son como Jerusalén que no vale nada y lo vale todo,- o algo así decían en una peli- y voy a parar porque quería escribir algo tonto
y estoy empezando a hablar de cosas serias y no es que las Geórgicas sean tontas
sino que unos dicen que el ecuestre tropel, otros
sino que unos dicen que el ecuestre tropel, otros
que la infantería y otros que
el curvo arado
es lo más hermoso en la tierra esta
oscura y pansía, pero yo
digo
que es hacer cosas chulas
mientras te envuelve esa
atroz obligación
de leer las Geórgicas
sin tener huerto.
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